Me alegra mucho que el tema de las deudas sea motivo de conversación nacional y se visibilice. Parte de que esta situación se haya transformado en algo tan grande e inmanejable, es porque desde hace mucho tiempo ha sido tratada como un “pecado” o algo que da pena comentar..
En varias oportunidades he insistido que al hablar de deudas, debemos hablar de contratos bilaterales, es decir entre dos partes: deudor y acreedor.
Entonces, cuando en una relación contractual surge un inconveniente, es básico analizar ambas partes.
Particularmente, en el caso de los contratos por préstamos, una de las partes es la que define todas las condiciones: el plazo, la tasa de interés, los cargos adicionales, deducción automática del salario, etcétera.
Debido a los términos de estos contratos muchas personas (deudores) están teniendo problemas. Sin embargo, para llegar a una solución real no basta con analizar la participación de una de las partes, sino que debe abordarse desde un punto de vista integral, involucrando a ambos actores.
¿El llamado Plan de Salvamento podría ser el camino a seguir?
Yo creo que no, pues con este se carga toda la responsabilidad solo a una de las partes. El acreedor recupera su dinero, pero el deudor termina adquiriendo una nueva deuda por 15 años o más.
Durante una década, he atendido a clientes en condición critica de endeudamiento; en promedio deben alrededor de ¢45 millones (sin deudas por vivienda). Si este deudor entrara en este plan de salvamento tendría que pagar por 15 años, más de ¢500 mil al mes. ¿Podrá asumir ese monto?
Por eso insisto en que esta problemática de endeudamiento debe de involucrar a ambas partes. ¿Cómo?, La Figura de la Insolvencia es una de las mejores formas para atender la problemática.
Desde mi óptica, debe hacerse mejorando, vía reforma legislativa, el proceso de declaratoria de insolvencia, de forma tal que con algunos cambios puntuales, esta figura seria la Balanza para resolver integralmente el problema.-